RAJOY SE TIENE QUE IR PERO YA


Rajoy y tal hiciera, según Jardiel Poncela, Dios Padre en “La tournée de Dios”, ha convocado para el martes a la ciudadanía, no para que se congregue en la Plaza de las Ventas, sino en derredor de las terminales mediáticas que han de informar sobre lo que él dirá ante los notables de su parcialidad. Dado que Dios Padre se complace en la matanza indiscriminada de periodistas -Jardiel Poncela nos cuenta que, para que le creyeran que venía a la Tierra, obró el prodigio de matar a todos los que pudo inclinando la Torre de Pisa hasta tumbarla-, no está claro que el martes vaya a escapar algún periodista sano. Si lo lograse alguno, tal sucedió en Pisa, lo mismo acaba contándonos que Rajoy, alegando que Dios Padre afirmó en la Plaza de las Ventas que el perdonar no era cosa suya sino de su Hijo Unigénito, que no está dispuesto a perdonar a nadie.

Rajoy, con todo, no es Dios Padre. Lo quiera, o no, es un humano más. De ahí que no se delecte, por ejemplo, en la soledad, prueba inequívoca que sería, para Jardiel Poncela, de la humanidad que le aflige, al menos desde que dejó de ser soltero. De hecho, Rajoy hasta es dado a la humanidad melosa. Recuérdese, si no, la que montó con la “niña de Rajoy” o el dúo de galán de cine que protagonizó desde las cornisas del PP el día en que, entre gaviotas y a golpe de rosas, perdió a manos de ZP. Con todo, Rajoy, en materia de no estar solo y con independencia de las concesiones que haga a la que él califica de “gente normal”, recuerda, más bien, a un canónigo de Gelmírez. Y es que se pasa el tiempo urdiendo sigilosos pactos a la sombra, dedicando el que le queda y según dicen, a componer los sonetos de su peculiar Crónica Compostelana.

Rajoy es, como Franco, Caamaño o Rouco, un gallego y debe al gallego Fraga, ministro que fuera de Franco, su carrera política. Gallegos ayudándole siguen, además, no faltándole. Así el gallego Núñez Feijoó, mozo fiel de su cuadrilla, acude siempre a echarle un capote, ni que decir tiene que hecho con seda traida de Filipinas y en el Galeón de Acapulco. Si Sánchez Albornoz llevara razón cuando decía que los gallegos eran los más inteligentes de los españoles, no hay entonces la menor duda que Rajoy es muy inteligente.

Rajoy tuvo por vocación primera la de ser registrador de la propiedad en Santa Pola, por lo que, por querer ejercer de Dios Padre, renunció a hacerse rico y con sólo firmar lo que un pasante le presentara a cuenta de lo que luego se convertiría, gracias a los soplos de Aznar, Rato, ZP, Solbes y demás irresponsables, en una gigantesca burbuja inmobiliaria. Explícase, así, la naturaleza de sus teofanías en el Congreso, ya que se anda por él de opositor brillante; es decir, de los de antes de la Cospedal o la Soraya. Gran contradicción teológica, con todo, en la que incurre, pues la palabra se predica de Dios Hijo y él va de Dios Padre. Además, no se entiende que, llamándose Rajoy, no se haya percatado, siquiera sea por la presencia otrora de Anima Schmitt de Otero en Santiago de Compostela, de que en el Congreso no se convence a nadie de nada, pues lo que en él cuenta son los pactos de conveniencia que no la persuasión que la razón asiste. Con todo, Rajoy sigue en el Congreso hecho un Crisóstomo. No, desde luego, un Libanio. Y es que Rajoy sólo tiene de pagano los pagos con los que se le remunera. Poco hay en él, en consecuencia, que recuerde a tanto pagano suevo como los que se le escaparon a Martín de Braga y que hoy, en comandita con Quintana, Nuñez Feijoó y muchos otros tapados o descubiertos, se andan más galleguistas que Rajoy abuelo.

Rajoy declama sus temas de oposición ante el Congreso, porque no le tiene miedo. De ahí, que sostenga en él los papeles con más templanza que Manolete el capote. Y es que no ve toro por ninguna parte, sencillamente porque no hay toro. De hecho, ZP luzbélico rehuye ir de astado, prefiriéndo vérselas con Rajoy de gladiador en el Circo; esto es, en debate televisivo. Y ahí ante la “gente normal” -esa a la que él quiso apacentada en la única manifestación multitudinaria que ha encabezado-, Rajoy se arruga, ya que en el cuerpo a cuerpo y en la toma de decisiones siempre se le vio perdido. Consecuentemente, ZP se lo trinca, no dejando de su retórico pavoneo ni las plumas.

Rajoy debería, por tanto, volverse a Santa Pola. Debe de comprender que, aunque Fraga le distrajese de su vocación verdadera -la de ser un registrador rico-, aún está a tiempo de recomponer su vida. Hombre que, como queda dicho, viste no las luces del traje del toreo sino las de la inteligencia, si viese que los diputados, en un acto de eventual contrición, decidieran, de una vez y allende disciplinas de partido, votar conforme al art. 67-2 de la Constitución -ese artículo que Leguina rehusó, por cierto, cuando votó a favor del Estatuto catalán-, lo mismo se venía abajo y abandonaba la política. Quizás pudiera, entonces, vérsele, como a Dios Padre y tras la de la Plaza de las Ventas, tomando unos vinos en una taberna antes de abandonar un mundo en el que, para bien de todos, nunca debió de haberse mostrado en epifanía.

Madrid, 1-noviembre-2009 © Jesús Fortea Pérez


Heráldica gallega en Ginzo de Limia -Xinzo de Limia


Escrito remitido a los diputados y senadores del PP en las Cortes. También a los diputados del PP en las Cortes de Valencia, en el Parlamento Andaluz, en el Parlamento Vasco y en el Parlamento de Galicia y Cantabría entre otros parlamentos de comunidades autónomas.

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